El objetivo de la práctica de yoga, antes de llegar al carrito de compra de los occidentales, era la unión con Dios, o el espíritu universal, o el TODO, como lo quieras llamar.
Dios es un poco aparatoso en una sociedad materialista, y por eso lo hemos quitado del medio y vendemos la práctica de yoga y meditación como técnicas milenarias al servicio del «hombre moderno», para que intente resolver problemas que ha creado el mismo (y que es incapaz de resolver), y apunte hacia objetivos no menos modernos como el control de sus emociones, de su cuerpo, de su mente y en fin, de toda su vida.
«Venga, tú puedes!». Pues lo siento, no puede…
Gracias a Dios, todavía no somos programables, aunque hay mucho interés en convertirnos en robots.
En su origen, la práctica de yoga no estaba destinada en sacar la mejor versión de tu «yo», y en convertirte en una persona equilibrada, optimista, siempre joven, energética, productiva e independiente, «algo» totalmente inhumano e inalcanzable, que están buscando millones y millones de personas.
Que la práctica de yoga sienta estupendamente, que te pueda ayudar a dormir mejor, que no te vuelva a doler la espalda o que te tomes los problemas de otra manera, ya no hace falta demostrarlo. Pero eso NO ES lo importante.
Nos hemos perdido algo por el camino algo esencial como es la visión de lo que somos.
El ideal moderno de la persona no puede ser mas antihumano y antinatural. Pues rechaza la enfermedad, la vejez, la muerte y el sufrimiento.
Si seguimos huyendo de nuestra sombra, nunca encontraremos la luz. Ni la cirugía estética, ni los mejores «coaches» o gurús, ni los avances de la ciencia y de la tecnología, podrán solucionar esto.
Lo más valioso de la práctica de yoga, es que te da la visión de lo que eres.
Y este conocimiento no pasa por la cabeza, ni por el corazón emocional, ni por los ojos. Es algo que sientes, algo sutil y tangible a la vez porque se impone a ti con una evidencia que no se cuestiona, como cuando te enamoras o el dolor de una muela.
No hace falta ser joven, flexible, rico, moderno ni nada de eso para hacer yoga. Olvídate de los estereotipos y empieza ya, no solo por tu bien, sino para el de todos.
Aurélie Farina