Quiero aprovechar esta época del año para compartir con todos vosotros mis pensamientos y sensaciones más íntimas.
Desde la adolescencia son muchas las preguntas que me he hecho sobre el sentido de la vida, sobre la Libertad, la Verdad, y sobre mi misma.
Mis inquietudes me han llevado por varios caminos, a veces aparentemente opuestos: estudié la filosofía occidental; llevé a cabo una larga terapia de psicoanálisis; me hice budista; tuve varias épocas de mucho fervor religioso (católico); y otras de profundo escepticismo, materialismo… Me lancé de lleno en el baile para librarme de una mente y de un corazón enfermos, y acabé practicando y enseñando yoga.
¡Cuántos caminos, cuántos esfuerzos para encontrar respuestas y más preguntas!
Hace unas semanas, la Vida puso entre mis manos un libro que, creo, ha resuelto el gran enigma de mi vida, este conflicto que sentía entre lo racional y lo espiritual, entre la intuición y la lógica, entre lo secular y lo divino.
Este libro está escrito por un filósofo y, como mi corazón tiene una gran debilidad para esta materia, desde el primer momento le he otorgado toda legitimidad. No es un libro para eruditos ni especialistas en la materia. Está muy bien escrito y su lectura es agradable y amena.
El autor nos cuenta los orígenes de la filosofía y de la cultura occidental como la conocemos hoy en día. Remonta a la época de Parménides, considerado como el fundador de la «lógica», uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, antes de Platón.
Basándose en varios descubrimientos arqueológicos, el autor elabora una teoría, de las más audaces, que no puede dejar indiferente a los que buscan claves para su vida en el pasado.
Demuestra con gran talento, descifrando inscripciones talladas en piedra, que se ha dejado de lado un aspecto esencial de lo que enseñaba Parménides.
Llama la atención, cuando uno mira a otras culturas, que siempre hay una dimensión espiritual que las sostiene, y un mito que las constituye.
Figuras como «el chamán», el «brujo», el «sacerdote», el «curandero» o el «oráculo» han ido desapareciendo de nuestra cultura. La relación con lo misterioso, con lo divino y lo sagrado se ha perdido casi por completo.
Nos ha dejado un gran vacío que intentamos llenar con múltiples actividades y bienes.
Uno puede practicar yoga por múltiples razones.
Muchos empiezan por cuestiones de salud física o mental. Pero el yoga va mucho más allá de esto.
El yoga, según las propias palabras de B.K.S Iyengar, es «la unión del alma individual con el Espíritu universal» (El Árbol del Yoga). Y eso nos lleva a Parménides que, como lo demuestra Peter Kingley en «Los oscuros lugares del saber», a través de prácticas que podemos relacionar con la meditación, alcanzaba otros niveles de consciencia, desde los cuales podía sanar a los enfermos, descifrar sueños de terceros o recibir conocimientos valiosos como, por ejemplo, leyes para gobernar su ciudad.
Espero haber despertado vuestro interés por este libro, y que podamos compartir sensaciones e ideas al respecto.
Les deseo un fin de año muy especial.
Qué aprovechen esta época de invierno y de Navidad para ir hacia dentro y descubrir que todo está allí.
¡Qué sigamos firmes y juntos en el camino del yoga!
Aurélie Farina